¿Somos lo que vemos?
¿Somos lo que vemos?
por Erica Baum
Uno de los sesgos patriarcales más marcados y persistentes
es la invisibilidad de la mujer.
No importa cuánto mérito hayamos hecho. No nos ven.
No importa cuánto servicio hayamos brindado. No lo ven.
No importa cuánto progreso evolutivo hayamos experimentado.
Era lo que correspondía.
No importa cuánto hayamos sido empáticas y solidarias. No
hay justicia retributiva.
Una de las desgracias de la humanidad es el negacionismo.
En efecto, negar a las mujeres, su valor, su aporte, su
integridad, su resistencia contra la violencia machista, es negar a la
humanidad misma.
No nos ven.
Nos ignoran.
Nos aplastan.
Ellos ganan, gracias a nosotras. Pero, ¡qué va!, ¿a quién le
importa?
Ganan cargos, ganan puestos, ganan poder, ganan estatus.
Ganan a costa de…
Pero, no nos ven.
Una de las impotencias más virulentas que sufrimos las
mujeres, es la invisibilidad.
Nos postergan. No nos ven.
Nos relegan. No nos ven.
Roban nuestros cargos.
Sacan ventajas de nuestro conocimiento, a su favor. No nos
ven.
No importa cuán bruto sea el hombre. Siempre es mejor Pedro
Picapiedras que Vilma. No nos ven.
Y no es resentimiento. Es injusticia padecida, porque no nos
ven.
Y crían a sus machitos en formación para que no vean a sus
hembritas compañeras, para que vivan bajo su sombra y a sus órdenes. Pues, no
nos quieren ver.
“No hay peor ciego que quien no quiere ver”, dice el refrán.
Y, “lo esencial es invisible a los ojos” dijo algún
iluminado patriarcal, puesto que no nos quieren ver.
Y así es como el paradigma “esencialista”
refuerza el prejuicio patriarcal, violento y destructor, que fortalece la
creencia consistente en pensar que ser mujer es un sentimiento. Pero, ¡no!,
somos carne, somos hueso, somos esfuerzo, somos ideas brillantes, damos a luz, somos la fuerza creadora
de la energía maravillosa del universo y, así y todo, insisten en que no nos
quieren ver.
La OMS acaba de pedir que se cancelen las celebraciones
familiares de fin de año.
Y por distintas razones, en efecto, no tenemos nada que
celebrar, porque somos un lastre que no evoluciona. El virus es una
manifestación real de la invisibilidad.
Y a quienes critiquen mi mirada crítica, les envío luz, para
evolucionar.
Y a quienes no comprendan lo que digo, les envío luz, para
entender.
Y a quienes me etiqueten como feminista recalcitrante, les
envío amor, porque les falta.
Las mujeres no somos un grupo vulnerable. No somos grupo,
somos la mitad de la humanidad. Y somos tan vulnerables como cualquier ser
vivo, incluidos animales y plantas.
Las mujeres no somos, entonces, una minoría groseramente invisible.
Somos más de la mitad de la humanidad y nuestros ingresos
representan el 1% de los ingresos totales globales. ¿No es eso opresión
patriarcal?
No es una cuestión emocional. ¡No!, visibilizar a la mujer es
una cuestión de justicia social.
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